"Todo cambia".

 

 

"Todo cambia". Así reza la canción de la gran Mercedes Sosa. Y así como todo cambia, es evidente que los modelos educativos también lo hacen con el tiempo. En el marco de esta realidad cambiante, establecer la diferencia entre el modelo académico tradicional con el modelo de formación y desarrollo por competencias no sólo responde a una aceptación de lo novedoso del cambio, sino que abre el intelecto a la valoración e importantización de la mediación educativa y el desarrollo de estrategias de aprendizajes en una educación basada en competencias.

En tal sentido, si establecemos diferencias entre el modelo académico tradicional y el basado en competencias, podría expresarse que el modelo académico tradicional se caracteriza por la enseñanza directa que produce un aprendizaje receptivo, con exceso de verbalismo, repetitivo y memorístico, centrado en el docente, atribuyendo  exclusividad al uso del libro de texto como recurso didáctico, priorizando la realización de  ejercicios como actividad de aprendizaje y la evaluación de los conocimientos adquiridos por el alumno, esta última generalmente  a cargo del profesor. Tanto es así, que la estructura del plantel y la gestión de los procesos otorgan al estudiante un rol secundario (Rivilla y Domínguez 2016).

Sin embargo, Las Competencias, por su parte se refieren a la capacidad para actuar de manera autónoma en contextos y situaciones diversas, movilizando de manera integrada conceptos, procedimientos, actitudes y valores (MINERD 2012). Lo que se marca aquí es una didáctica orientada a la activación y utilización de conocimientos pertinentes para afrontar las situaciones y problemas que plantea el contexto de la actividad misma. En este caso, la actividad tiene una finalidad y esa finalidad está vinculada a la solución de problemas en contextos en los que se requiere la integración de saberes y la superación de la forma fragmentada y reduccionista de la enseñanza tradicional.

Según Rivilla y Salvador 2009, la competencia describe pues lo que los alumnos deben ser capaces de saber, de hacer y de ser. Bajo este enfoque, el proceso de enseñanza aprendizaje está centrado en el alumno. El profesor, como miembro de un equipo educativo, debe asumir tres tareas principales en relación con los objetivos educativos:  realizar su selección y adecuación al contexto, efectuar su organización y secuencia y vincular los objetivos educativos con las grandes intenciones curriculares.  De igual manera, la evaluación de los aprendizajes tiene un carácter más procesual- formativo con miras al desarrollo de las competencias. se utilizan estrategias e instrumentos coherentes con los indicadores o rasgos de los desempeños esperados. se requiere también de otras actuaciones del profesorado, ya que la organización y el funcionamiento de los centros, la participación del alumnado, las normas de régimen interno o el uso de las instalaciones pueden favorecer o dificultar el desarrollo de competencias asociadas a la convivencia, a la ciudadanía o a la alfabetización digital.

Por otro lado, para responder a la interrogante ¿Por qué es necesaria la mediación educativa y el desarrollo de estrategias de aprendizaje en una educación basada en competencias? porque el acto educativo debe bajo un enfoque de competencias, tiene como centro del proceso al estudiante; sus intereses, necesidades, estilos de aprendizajes, las demandas del contexto donde se encuentre inmerso, así como las relaciones interculturales posibles.

Finalmente, vale plantear, algunas ideas a fin de resolver problemas profesionales relacionados con el diseño del currículo universitario, desde mi rol. Entre ellas:  Motivar y participar en procesos de revisión curricular con miras a hacer adecuaciones vinculadas a la contextualización de los contenidos bajo un enfoque holístico, favorecer mayor articulación entre los programas pre universitarios y universitarios, fortalecer la convalidación de programas apegados a estándares de evaluación bajo un enfoque de competencias y orientar la practica educativa en todas sus manifestaciones.  

Quisiera concluir diciendo que, así como hemos cambiado de un modelo piramidal a un modelo holístico que pregona la triangulación entre el conocer, hacer y ser, o sea, hacer del ser humano un ente competente, autónomo y responsable de su propio aprendizaje como conocedor de su rol transformador de las situaciones reales de su entorno; es vital tener presente que el aprendiz es el protagonista y que las instituciones educativas han de adecuarse a las exigencias actuales, sin desmedro de la importancia que tiene la memoria en el proceso de aprendizaje.

Didáctica General Formacion Básica [ara los profesionales de la educación, 2016

Bases de la Revisión y Actualización Curricular, MINERD  2012

Didáctica General, 2da. edición 2009, Antonio Medina Rivilla y Francisco Salvador Mata (Coords.)

Yuleidy Tibrey de Matos

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